lunes, 23 de enero de 2012

Excursión a la feria

Mis papás me despertaron por la mañana y me llevaron a una feria donde había atracciones y animales.
Estaba emocionada y entré con una gran sonrisa.
Mi papá, que es muy valiente, quería entrar en la casa del terror pero yo decidí quedarme bailando con unas niñas al rítmo de la música que saía de unos grandes altavoces.
Había un espectáculo de delfines muy graciosos que saltaban y hacían piruetas.
Subimos en un gran barco que se deslizaba por unas cuestas muy grandes y acabamos empapados y con los dedos muy arrugados.
Papá llamó a mi hermano mayor que había ido con su amigo a los coches de choque.
Una vez juntos, fuimos a un espectáculo de magia muy divertido en el que un perro hablaba con un señor que llevaba un sombrero de copa. Todo era muy divertido!
En lo alto de la carpa había unos trapecistas y justo como yo lo había soñado, se balanceaban en un columpio muy bonito adornado con flores que caían como si estuviesen soñando.
A la salida de la carpa nos esperaba un coche estupendo que mis papás habían alquilado para ir de una atracción a otra.
Giré la cabeza y ví a unas niñas que estaban con un albornóz muy grande mientras lloraban al lado de una tienda. Mamá me explicó que una atracción les había dado miedo.
_Bueno olvidaló. -Me dijo a la oreja mi mamá- Ahora vamos a ver un espectáculo en el que podrás interactuar. Se trata de un espectáculo de himnosis, pero no tengas miedo; es muy divertido.
Más tarde, fuimos a un puesto en el que se tiraban unas bolas contra unos cuadrados de madera y había que derribarlos; papá tiró todos y yo quería que me dieran el perrito brillante que estaba en la estanteria y el feriante me lo dió.
Segimos bailando todos juntos con la niñas que conocí, pero hacía mucho calor, asique nos pusimos cerca de una hélice que daba mucho aire fresquito.
Fuí muy valiente y salté desde un trampolín altísimo que daba a una gran piscina de olas.
Por último, fuimos a ver al señor que tocaba el clarinete; era muy gracioso porque mientras que él tocaba un monito que estaba a su lado bailaba sin parar.
Papá me llamó y me dijo que ya nos teníamos que ir. Yo no quería y me puse a llorar pero me dijo que no me preocupase porque la próxima escursión, sería a la playa, a ver el mar. Me puse muy contenta de pensar en el momento en que ese viaje llegaría y pudiesemos volver a bañarnos.
Llegamos a casa y saqué de mi bolsillo la entrada de la feria que estaba arrugada; lo estiré y lo colgué en el corcho de mi habitación de recuerdo. Hablé con mi madre de todo lo que habíamos visto en el día, dejé mis zapatillas en el armario y me fuí a acostar pensando en lo divertido que había sido el día.
Esa noche soñé con la próxima vez que volviera y con el pastel que mi madre prometió hacerme al día siguiente.
Fué un día divertidísimo pero ya estaba cansada. Me quedé dormida antes de que mamá me arropara y él lunes le conté a mi profesora todo lo que había hecho.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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